HACE YA 2 AÑOS, EMPECE A ESCRIBIR, UNA HISTORIA QUE MI MENTE GUARDABA DE MI ANTERIOR VIDA.
ME GUSTO TANTO QUE LA HE RETOMADO, ESPERANDO QUE ALGÚN DÍA PUEDA TERMINARLA. HOY QUIERO COMPARTIR UN PEQUEÑO FRAGMENTO DEL PRIMER CAPITULO, NO ES EL INICIO, ESPERO QUE LES GUSTE Y COMENTEN SU OPINIÓN.
DRALCATE
(LAS NOCHES DE TERROR DE ARTHUR)
Fragmento
(...)
Los días eran oscuros, la impenetrable oscuridad era tan
densa, caminar, era casi imposible, la interminable noche jamás cesaba, a pesar
de que en lo muy alto se miraban un círculo medio brillante, sus rayos no
penetraban la brumosa oscuridad y los animales nocturnos llenaban con sus
rugidos y peleas en las desiertas calles de Dralcate.
Serian aproximadamente las tres de la tarde y Arthur aún seguía escondido entre
las cajas amontonadas fuera del que algún día fue un mercado. Sentía los pies
entumecidos, no sabía cuánto tiempo llevaba ahí escondido, quizá minutos u
horas, pero habían sido eternos. Ya no escuchaba ruidos ni gruñidos de aquella
feroz bestia que lo había perseguido desde el rio. Los lobos seguían aullando
muy a lo lejos, era de esperar que, si él no tomaba la iniciativa para salir de
su escondite, nadie lo rescataría. Asomó el ojo por las rendijas de las
destartaladas cajas, sus pequeños ojos eran rápidos y podía distinguir bien, si
se acercaba algún animal a una distancia considerable. Por alguna razón el si
podía mirar ente la oscuridad y no es que tuviera algún tipo de súper poder, la
misma oscuridad había hecho de sus ojos sensibles a cualquier movimiento.
-El señor Albert se molestará
mucho cuando llegue-Pensó entre sí, mientras salía de su escondite, muy
alerta, permaneció agachado antes de echar una mirada por la otra calle. Temía
que aun siguiera rondando aquella criatura que por mala suerte del destino se
había topado en el bosque junto al rio. El estómago le dolía mucho, no había
comido nada desde la mañana que salió, dispuesto a traer unas cuantas cosas de
la casa de sus padres, ubicada del otro lado del rio. Había tenido éxito en su aventura,
pero quizá esta le costaría la vida si no iba con precaución. Cuando era aún
más pequeño su madre y su padre se aventuraron a escapar de Dralcate, lo cual
es una osadía querer escapar, ya que la única forma era por el rio, asumían que
los animales feroces no nadaban y nunca habían escuchado nada acerca de criaturas
en el rio o mar. A su padre le encantaba inventar cosas y en esa ocasión
invento un barco móvil con grandes faros de petróleo para iluminar el camino,
para moverla le puso ruedas y engranes. Se deslizaron sin ningún problema entre
la oscuridad, conocían perfectamente las calles, varias bestias rasgaban la
superficie del pequeño barco móvil, los baches movían peligrosamente la
estructura, pero llegaron sanos y salvos al rio. Su padre había preparado un
plan sencillo, pero resulto casi a la perfección, el barco se deslizo al rio,
ambos remaron felices porque lo habían logrado, pero Arthur se había quedado en
Dralcate. Tarde sería cuando se
dieran cuenta de que Arthur se había quedado, se había caído en uno de los
saltos que daban. Ya había pasado 3 años y ellos jamás volvieron por él, Tenía
diez ahora, pero el tiempo en ese lugar parecía no ser importante. Aun en el
fondo esperaba que sus padres volvieran por él, aunque no estaba muy seguro que
lo encontraran si él no estaba en casa. Desde entonces vivía con el señor
Albert. Un hombre muy viejo en silla de ruedas, le había dado cobijo desde
entonces. Desde hace meces el señor Albert le había pedido que jamás volviera a
su casa, que sus padres jamás volverían, - “aun,
cuando ellos hayan llegado sanos y salvos a mar abierto, en el mar hay aún más
bestias. No te des… falsas ilusiones muchacho” -Arthur no podía dar por
hecho que sus padres estuvieran muertos, quería respuestas a todo aquello, como
había sucedido algo así en aquella ciudad, como es que nadie del exterior se había
dado cuenta de lo que sucedía ahí. Dralcate
era enorme, alrededor de la montaña estaba cubierta por viviendas hermosas, los
puertos pesqueros exportaban grandes cantidades a las ciudades vecinas, las
plantas enverdecían hermosamente en cualquier época del año, el rio recorría en
espiral a más de medio pueblo provenía de la sima de la montaña, aun mas allá
de la majestuosidad del castillo de las cinco espadas. Y ahora, todo bajo la
brumosa oscuridad y neblina siniestra que cubría como un manto oscuro la ciudad
y el reino.
Las personas ahora sin embargo vivían bajo tierra, las
alcantarillas fueron convertidas en caminos y pequeños mercados empezaban a
surgir, las personas buscaban la forma de sobrevivir intercambiando cosas,
nuevas ideas para cultivos sin el sol, guardias comunitarios, sanadores y por
supuesto guerreros que día a día salían al exterior a investigan, trayendo
gente que aun seguir escondida, poco a poco lograban grandes cambios en el
nuevo mundo que tenían que adaptarse. Pero nadie sabía exactamente que había
provocado todo aquello.
Las personas contaban terribles cosas del cambio, y de cómo
fue que la hermosa ciudad de Dralcate fue poseída por entidades malignas. El castillo
estaba en ruinas desde hace aproximadamente cinco años, ni un invasor se había
proclamado Rey más que los animales salvajes que ahora cazaban en la ciudad.
Con todo esto en mente, Arthur camino muy alerta, trato de
pegarse al muro de tablas viejas del mercado, tratando de no llamar la
atención, como un gato sigiloso trepo al desbancado tejado, era más viable ir
por la altura que por tierra y su delgaducho cuerpo había aprendido como
moverse por los tejados. Los guerreros habían contado que miraron murciélagos
gigantes, no muy seguros algunos decían que eran vampiros, pero gracias al
cielo hasta el momento no se había topado con nada que volara. Y por tierra era
casi imposible no encontrarse con animales -de uña o de colmillos- pensó, solo
había dos entradas a las alcantarillas por las que podía pasar, pero estaban
muy lejos para su mala suerte y por los tejados le complicaría llegar a ellas.
en una de sus tantas salidas, se había topado con horribles animales, algunos
sobrenaturales pues él jamás había escuchado de ellos, esa cosa que iba por él,
salió del rio, solo recordaba haber visto algo como un oso gigante con largos
colmillos, mordisqueando cadáveres de personas, no le dio tiempo de ver nada
más pues al momento este se abalanzo tras él. –No tengo miedo- se decía para sí
mismo mientras trepaba por la esquina de la puerta de la iglesia. Las casas
estaban muy pegadas una de otras hechas de madera y adobe, algunas con láminas
o teja según las familias. Su casa estaba del otro lado del puente, muy cerca del
mar, hecha de madera con cimientos de piedra, sujeta a un gran roble, su padre
era constructor aparte de inventor.
-Quizá el sabría cómo canalizar el agua y llevarla por las
alcantarillas sin inundarlas- Pensó recordando los malos intentos por parte del
señor Tom, un hombre de edad mediana y gruñón, siempre presumía de sus grandes hazañas
en el castillo. –Quizá por eso, lo despidieron- pensó el niño mirando como un halcón
a un roedor desde lo alto.
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